"WHAT YOU SEE IS WHAT YOU GET"

dijous, 22 de desembre del 2016

Inés González (y 2)


Barcelona, 14 de julio de 2013

Querida Inés,

Me alegra mucho que te haya gustado el post, en él, como puedes comprobar, no hay nada mío excepto el orden de las imágenes y las palabras dispuestas.

Todos sabemos que es difícil hablar de los amigos y de la obra de los amigos tratando de ser justos sin esconder los defectos ni recrearse en el elogio protocolario o desmesurado, procurando solamente explicar y describir con palabras exactas y fieles lo que vemos.

Tampoco con ánimo botánico ni entomológico, ni mucho menos con la asepsia del agrimensor, pero sí con el coraje del naturalista que dibuja con afición y curiosidad en su cuaderno de campo el mundo que ve, igual que tú, aunando dos actitudes aparentemente opuestas y contradictorias, la precisión y el candor.

He querido por ello, en el post que te he dedicado, usar más tus propias palabras que las mías porque tú eres una artista gráfica que las usa bien, no las teme ni se equivoca con ellas otorgándoles significados desmedidos, sofísticos o erróneos.

Así pues, la famosa y antigua técnica estudiantil del cortar y pegar me ha sido útil, el reto, por así decir, se ha limitado al orden que le daba al mosaico, al “trencadís gaudiniano” con sus formas también vegetales, abstractas y vivas.

Por esa razón he creído necesario enmarcar los textos con dos referencias personales y privadas porque definen y delimitan con claridad unas circunstancias y un carácter, una actitud, pero, sobre todo, también una mirada, la tuya. Palabras con diafragma, iris y retina. Una mirada que mirando hacia fuera nos indica, como un dedo que señala, un interior: tú y tus dibujos, igual que si fueran radiografías de otra arquitectura primordial y biológica, la de los huesos y las vísceras, la de los cartílagos y los lóbulos cerebrales con sus neuronas en forma de arañas y luciérnagas como esas noches estrelladas o esas fotografías nocturnas de ciudades iluminadas.

Las ideas y las emociones que provocan tus dibujos son, querida Inés, una red de carreteras, un sistema nervioso, un torrente sanguíneo, que ni desbocado ni salido de madre como un río rebosante, nos enseña la filigrana de la que están hechas las cosas, las grandes y las pequeñas.

Desde que mi padre me enseñó y me educó las manos y los dedos para usar con precisión quirúrgica las cuchillas de cortar pieles, desde que observaba a Albert escribir cursiva para textos impresos, desde que contemplaba a mi abuela Rosita haciendo encajes para sábanas y manteles, no he podido dejar de ver en el detalle, y en la técnica del detalle, el sentido del mundo.

Al principio decía que usas bien la palabra, es cierto, la usas y necesitas usarla como si fuera un componente lejano y cercano a tus dibujos. La Historia del Arte muestra de una manera reiterada un dilema antiguo que estos días pasados he querido expresar en algunos de mis textos y que es la relación entre poesía y pintura, la relación entre imagen y texto, entre abstracción y relato.

En tu obra no existe el uno sin el otro y viceversa, al mismo tiempo que las citas de poetas iraníes nos retrotraen a un mundo delicado y tierno, a un mundo ancestral que en buena parte se ha perdido para no regresar jamás, a una sensualidad que está a medio camino en la ruta diaria del sol alrededor del planeta, en ese que llaman Oriente medio que ni es medio ni es Oriente, a ese latido del corazón como la más vieja letanía que las personas oímos desde antes de nacer. Quizás, el pecado original de Adán y Eva no fuera más que la consecuencia de un fallo de fábrica al haberlos hecho Dios sin madre. ¿Cómo es posible dormir si antes no hemos escuchado sus latidos desde su vientre?

En este sentido, me perdonarás que traiga a colación a Borges en una de las conferencias que realizó en la Universidad de Harvard, “Credo de poeta”, del año 1968 y que cito en uno los post más recientes de mi blog.

“Borges nos habla de la metáfora y a cuento de ella cita y analiza un poema de Robert Frost. Lo hace para poner un ejemplo de metáfora que supere la simple comparación entre dos cosas, “la luna es como…”,

For I have promises to keep,
And miles to go before I sleep,
And miles to go before I sleep.

“Si tomamos los dos últimos versos, el primero –“y millas por hacer antes de dormir”- es una afirmación: el poeta piensa en las millas y el sueño. Pero, cuando lo repite, “y millas por hacer antes de dormir”, el verso se convierte en una metáfora; pues “millas” significa ‘días’, mientras “dormir” presumiblemente signifique ‘morir’. Quizás yo no debería señalarles esto. Quizá el placer no radique en que traduzcamos “millas” por ‘años’ y “sueño” por ‘muerte’, sino, más bien, en intuir la implicación”.

Por ello, el poema de Frost me recuerda a la Gran Elegía a John Donne en la que también aparece la mención a la muerte y al sueño y lo hace usando, aunque de manera diferente a Frost, la reiteración, la letanía. Para ser precisos debemos señalar que en el poema de Joseph Brodsky se habla de dormir y no de soñar, pero la licencia es tan válida, creo, como acertada:

John Donne se ha dormido, como todo el lugar.
Paredes, suelo, cuadros, la cama se han dormido;
se han dormido mesa, ganchos, pestillos, alfombras,
ropero, aparador, la vela y las cortinas.
Todo se ha dormido. Vaso, botellón, jofainas,
el pan y su cuchillo, platos cristal y loza,
armarios, quinqué, vidrios, lencería, el reloj,
escalones y puertas, La noche alrededor.
Alrededor la noche: en rincones, ojos y ropa,
en la mesa, entre el papel, en el texto del discurso,
en sus palabras en la leña, en las pinzas y el carbón
del apagado hogar, en cada objeto.”

Hago mención de ello porque creo sinceramente que tu obra es también una letanía y un sueño, igual que la de Blomsfeld, tus piezas seriadas, con el motivo repetido aunque no igual, es un gran acierto gráfico, una pulsación en el que las adormideras cumplen el papel de guardianas de ese raro jardín en el que viven parte de nuestros recuerdos y en el que sepultamos parte de nuestro futuro. Perfectos iconos de la muerte.

Has sido muy valiente, querida Inés, muy valiente como artista, al no esconder y manifestar abiertamente, con naturalidad, la fuente de la que has bebido: Karl Blossfedt y sus fotografías en blanco y negro, el verdadero color de los sueños y de las sombras, de su rara obsesión, de su tentación por la mirada fotográfica y la memoria inteligente del dibujante que trata de dar un pasó más allá, ¿más allá de dónde?, más allá de la línea que marca el coto cerrado que delimita el mundo.

Los jardines, los nidos, el boscaje, las ramas, los laberintos de la soledad, de la compañía y de la lejanía, de la distancia de todo con todo, del hogar, y de la intemperie, de las sepulturas por cerrar, de los duelos inconclusos, y de los pozos negros del mal y de las enfermedades que todo lo anegan con sus aguas putrefactas.

Ambos lo sabemos bien.

Dormir y soñar, deambular y alegrarse porque ha llovido, dibujar una línea mil veces y mil veces más porque, parafraseando a Félix de Azúa, la poesía es la verdad del arte y la verdad del arte es la capacidad de soportar el dolor que causa la experiencia del tiempo. Y en el tiempo está la muerte y la lejanía, ¿la lejanía de qué o de quién?, de los otros y con la suya la nuestra, la de nosotros con nosotros mismos.

Porque no podemos levantar el lápiz del papel ni dejar de contar historias.

Las cortinas están llenas de un oculto sofoco
y las inocentes palomas
desde lo alto de su blanca torre
miran la tierra.

Forugh Farrojzad 

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Ayer llovieron cuatro gotas que no refrescaron y el verde de las hojas de mi árbol han perdido ya su brillo, pero él tiene paciencia y me la ofrece como ejemplo. Cerca, a una manzana de mi tienda, hay una iglesia que repica las horas y los cuartos, es como una brújula y un corazón.

Besos.



Inés González (1)





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viernes, 12 de julio de 2013


Para Inés

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Hace mucho, muchísimo tiempo, una muy buena amiga me escribió:

“Estaba tan enojada que no era capaz de mostrar mis sentimientos, mis nidos rotos tomaban una dimensión de profecía extraña, de oscuro agorero.

No estoy preparada ni quiero cambiar mi vida, sí puedo asumir proyectos como los dados anteriormente, pero allí, en aquel país, la cosa cambia, allí están mis heridas, la cajita de mis demonios y con solo pensarlo pareciera que caigo en un abismo.

Días de niebla nos han azotado, peleando como iguanas enfurecidas, con los corazones apretados por el miedo y la incertidumbre.

Las crisis destruyen a las personas y a los tejidos familiares, poder adaptarse requiere de una lucidez y fortaleza enorme, ¡enorme!

Pero como bien dices en tantos años juntos al final pareciera que uno puede y deja entrar la luz.”

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Todos saben
todos saben
que tú y yo desde aquella fría abertura
vimos el jardín
y de aquella rama juguetona e inalcanzable
cogimos una manzana.

(1)

Forugh Farrojzad

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"La primera vez que leí el nombre de Forugh Farrojzad fue en un libro en cuya cubierta había la foto de una mujer con la cabeza descubierta. Yo tenía doce años. El libro estaba en la biblioteca de mi tío. Por más que me devanaba los sesos no comprendía qué relación podían tener aquella foto y aquel libro con mi tío, que era religioso hasta los tuétanos.

Ahora pienso que el libro estaba allí desde sus años de adolescencia, como algo prohibido, casi erótico, pero como él no lo entendía, lo había olvidado al dejar el pueblo. Su título era "Cautiva" y había sido publicado antes de la revolución.
Algunos años después, en una pequeña librería de una ciudad del norte de Irán, compré un libro de Forugh, y mi padre, con solo ver su nombre, me pegó y lo rompió. Compré papel celo y lo recompuse, pero mi padre no dejaba de gritarme: ¿Por qué lees eso?, ¡es el libro de una puta!

Antes y después de la revolución, a los gobernantes solo les preocupaba de Forugh la cuestión moral, por eso en Irán se ha discutido tanto sobre su vida íntima y hay tan pocos estudiosos sobre su obra. En cambio, ahora, todas las corrientes de la lírica se consideran más en deuda con su obra que con la de Ahmad Shamlu, el padre de la poesía persa contemporánea."

Mohsen Emadi

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Desplegado en el jardín
había un mantel,
entrañable
.
En el centro del mantel,
como un presentimiento iluminado,
un racimo de uva
cubría toda duda.

La reconstrucción del silencio
me perturbó.

Vi que el árbol existía.
Si existe el árbol,
es claro que hay que existir.

Hay que existir
y seguir
las huellas de las historias contadas
hasta el cauce blanco.

(2)

Sohrab Sepehrí 

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Sohrab Sepehrí es sin duda uno de los mayores poetas persas contemporáneos. Pintor y poeta a un tiempo, tan impregnada de poesía se halla su pintura como es de los estados poéticos.

(…)

Hijo del desierto, oriundo de ese Kashán que adora, donde se refugia una gran parte del año, Sepehrí se impone una disciplina casi ascética de soledad y silencio. Esa soledad la siente, la vive, la destila, la convierte en una muralla frágil que lo cerca como un halo y, transido de una transparencia, que debe a su fantasía, ejerce sea la vocación de pintor, sea la de poeta, pasando del pincel a la pluma, cosas ambas que maneja con la misma destreza, con idéntica seguridad e intuición.

Del "Preliminar", de Daryush Shayegan

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¿Dónde os he perdido imágenes mías pisoteadas?

Cuándo se ha soñado tanto en el cáliz de una flor, se recuerda de otro modo la casa perdida, disuelta en las aguas del pasado.

La estancia muere miel y tila
Donde los cajones se abrieron de luto
La casa se mezcla a la muerte
En un espejo que se empaña

(3)

Jean Bourdeillette

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En mi vida me he emocionado muchas veces, pero pocas con la intensidad y el impacto que provocó la obra del fotógrafo y coleccionista de plantas alemán Karl Blossfeldt.

Será porque todas sus imágenes, más allá de la fascinación estética, hurgan en esos rincones interiores de mi alma y me arrancan estas pulsiones apasionadas de creatividad y trabajo.

He titulado a esta larga serie de dibujos a tinta china, y digo larga porque acaba de comenzar y no sé cuándo se agotará "Tras la huella de Karl Blossfeldt", como forma de homenaje al genio, y de agradecimiento frente a los sentimientos despertados.

Abrazo la concepción pedagógica de Blossfeldt y me sitúo como una alumna más, recibiendo sus enseñanzas y disfrutando en este incansable trabajo.

Muchas de las imágenes plasmadas son de Karl Blossfeldt, otras son mías, y también de amigos fieles como Manuel Rubio Rubio que generosamente me han cedido sus fotografías.
 

Estos dibujos guardan la línea estética de Karl Blossfeldt, imágenes en este caso de enormes adormideras ampliadas muchas veces.  Parecieran flotar sobre el grano del papel, sin abalorios, sin escenarios, ni nada que las distraiga o nos distraiga mientras las contemplamos.

Aún no sé por qué escogí las Adormideras, hay algo en ellas que me fascina y atrae, múltiples asociaciones y lecturas me despiertan estos gigantescos úteros o cárceles de invención.

El tiempo y el trabajo me darán las respuestas, o no, el acto creativo no siempre se ajusta a explicaciones.

Inés González

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Una ventana para ver
una ventana para oír
una ventana que llega a su fin
al corazón de la tierra, como el aro de un pozo
y se abre hacia la extensión de ese efecto repetido y azul
Un ventana que llena las pequeñas manos de la soledad
con el nocturno desprendimiento
de dadivosas estrellas
Y desde ahí
se puede invitar al sol al exilio de los geranios
Me basta una ventana

(…)

Dime una palabra
yo, en la ventana, al resguardo
tengo un trato con el sol.


(4)

Forugh Farrojzad

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La planta ha de considerarse como una estructura auténticamente artística y arquitectónica. Frente a un impulso ornamental y rítmico, que prevalece en toda la naturaleza, la planta solo crea formas útiles y funcionales. Se ve obligada a desarrollar órganos que, en una lucha permanente por la subsistencia, le permitan resistir, mantenerse viva y responder a una necesidad específica. Crece siguiendo las mismas leyes de la estática a las que debe someterse cualquier arquitecto. Pero la planta no se reduce nunca a un diseño únicamente sobrio; va modelándose y adquiriendo una forma según las leyes de la lógica y del funcionalismo y, con una fuerza primigenia, empuja todo a adoptar una forma artísticamente sublime.

 Karl Blossfeldt

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Si venís a  buscarme,
venid, pues, lenta y suavemente para que no se raye
la porcelana de mi soledad.
 

(2)

Sohrab Sepehrí 

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Desde el templo asirio hasta el estadio contemporáneo, desde el buda sumido en la contemplación hasta el pensador de Rodin, desde la cromoxilografía china hasta el heliograbado actual: toda obra realizada por las manos del hombre revela el espíritu de su época con tal evidencia que fácilmente se puede adivinar la fecha en que se hizo. En la creación artística de cada generación queda documentada su postura con respecto tanto de la naturaleza como de Dios y de las matemáticas. Cuanto más se integre todo el presente en una obra, más cierto será su valor de eternidad.

Karl Nierendorf

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“Discípula aventajada de Karl Blossfedt, Inés González va recorriendo, aparentemente, los motivos florales que obsesionaron al metódico. Pero lo que en éste era necesidad, el blanco y negro estricto, se antoja en ella voluntad expresiva. Los tallos, flores y frutos que Inés González, perfila minuciosamente sólo miman lejanamente aquellas centenarias fotografías. Una fuerza, una pulsión, recorre los pétalos y ramajes con los que se canta la igualdad entre movimiento y quietud. De las elegantes frondas, pasamos a los nidos vacíos, a flores a punto de descomponerse que expresan la eterna pero siempre negada identidad entre vida y muerte”.

Con estas palabras el filósofo Julio Díaz, nos invita a descubrir la obra de esta gran artista.

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Hace mucho, muchísimo tiempo, una muy buena amiga me escribió:

Estamos bien, contentos porque ha llovido, breve, pero ha llovido, y eso me gusta.

Sin novedades de ninguna clase, el trabajo sigue escondido en algún lugar, pero ya aparecerá, y si no, habrá que seguir creando adormideras y jardines negros, que me salvan del miedo y del abismo.

Espero que Uds. sigan bien, se los veía hermosos en las fotos.

Inés

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Enlaces:



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(1) Verso del poema “La conquista del jardín” que se halla en  "Nuevo Nacimiento" (1967) de Forugh Farrojzad. Traducción de Clara Janes y Sahand

(2) "Espacio Verde Todo Nada Todo Mirada", Sohrab Sepehrí 

(3) Casa y Universo, del libro "La Poética del Espacio" de Gastón Bachelard

(4) Versos del poema “Ventana” que se halla en  "Nuevo Nacimiento" (1967) de Forugh Farrojzad. Traducción de Clara Janes y Sahand