T. U. y
su perro
Amor
y hierro. (y 7)
También
he olvidado qué es un cuchillo y un tenedor, qué función cumple el hilo, la
aguja y el dedal, los dientes falsos que rellenan mi dentadura o los anillos de
oro y hojalata que luzco ensartados en mis dedos flacos.
Tampoco
sé para qué demonios sirve la silla de ruedas en la que estoy sentado ni quién
la empuja, ni porqué introdujeron una placa en mi cerebro agujereado. Caminar
no camino y pensar, ya ven, pienso poco y mal.
A
destiempo.
¿Qué
pinta esa blanca flor en mi ojal?, ¿me caso o me muero?
-----------------------------
Tomi
Ungerer puebla su mundo de gatos, osos, perros, elefantes y unicornios, a todos
ellos los miran, y disfrutan al hacerlo, miles de niños y adultos. ¿Qué ven en
sus dibujos? No lo sé, pero sí sé que con ellos yo me encontraré menos solo,
pero más lejos de todo.
En
su extensa obra también encontramos hombres, mujeres y máquinas en una extraña
simbiosis en la que los que se besan no tienen rostro, ¿cuándo se quitarán la
máscara?
-----------------------------
Una
amiga colombiana me acaba de llamar para decirme que su padre ha recibido
accidentalmente en una pierna un balazo que le ha disparado un pistolero que
perseguía por la calle a otro hombre para matarlo, según parece se encuentra
bien y fuera de peligro.
Hace
meses que me acompaña, en la casa del árbol en la que vivo, una pequeña
lagartija que comparte su tiempo con el mío, ella caza sus mosquitos y yo le
doy de beber; de vez en cuando hablamos o simplemente callamos, el uno al lado
del otro. Quiero creer que mi lagartija son dos en su cuerpo pequeño, dos
personas que hasta hace poco vivían a mi lado y que no puedo ni quiero olvidar,
nuestra vida juntos fue casi mi vida entera y sin ellos me siento huérfano y
desamparado.
Mi
hermano afirma siempre que la vida es rara y yo le respondo que si no lo fuera
no sería vida ni sería nada.
Por
ello preferimos, él y yo, y con las debidas excepciones, papeles dibujados
perdidos entre montañas de retales de periódicos, que gloriosas pinturas
colgadas de paredes que siempre estarán vacías como lo están los álbumes sin
fotografías.
El
papel blanco, como el metal, es moldeable, él también se forjó en los hornos de
los soles cuando languidecían de su última explosión; la celulosa, el carbón y
el hierro, conocen qué es el calor y la fuerza de las caricias de un yunque y
un martillo, de un lápiz y un pincel, las mejores manos.
Tras
el sol aparecen los colores.
Mimos,
besos y fracasos, fuegos y cenizas, la carne, tan blanda, tan efímera y
perecedera, no sabe a nada, quema mal y huele peor. Sonrosada, canela o parda,
es solamente un alimento para gusanos.
El dueño del acero y de su forja es Hefesto, hijo
de Hera, Hefesto el Cojo, el esposo de Afrodita, la Gran Ramera y la única
que defendió a la insigne Troya, al noble Héctor, al tonto Paris y a la
incalificable Helena.
Amor y hierro, ¿el sueño es sólo
nuestro?